Antes
de proceder al comentario del fragmento, se debería reflexionar un
poco sobre la temática general del libro y sobretodo, el contexto
histórico de la época. El libro está datado entre los años 1330,
y 1343, y pertenece a la corriente literaria Méster de Clerecía.
El
autor expone un tipo de autobiografía, a través de personajes que
son representaciones biográficas suyas, o bien a través de las
representaciones de sus numerosas amantes, pertenecientes a todos los
rangos estamentales de la sociedad medieval, ejemplificando
relaciones con damas de alta cuna, o incluso con mendigas, como el
texto a analizar propone.
El
libro es antes de nada una crítica brutal de la época. En este
siglo ya es patente la corrupción y relajación de las costumbres de
los estamentos dominantes, en especial, el eclesiástico. En este
último caso, destacaría de manera predominante el “incumplimiento”
del voto de castidad. Era frecuente ver burdeles exclusivos para
seglares, e incluso existía un tipo de contrato, que a nuestros
tiempos ha llegado como la “barraganería”, que era ni más ni
menos que un miembro, generalmente del alto clero, tomase a una dama
por concubina.
Ante
toda esta falsedad, el autor hace una única reflexión final: el
amor es falso, engañoso, y sólo el amor a Dios, o el amor que él
mismo nos otorga es puro e incondicional. Para expresarnos este punto
de vista, utiliza las “mujeres de su vida”. En el caso que nos
atañe, utiliza a una mendiga. A continuación, analizaré por
separado los párrafos del fragmento:
Si
parienta no tienes, toma una de esas viejas
que andan por las iglesias y saben de callejas
con
gran rosario al cuello saben muchas consejas
con
llanto de Moisés encantan las orejas.
Si
no tienes una esposa, siempre puedes ir a por una de las “nobles
damas” que rondan las iglesias, que fingiendo una gran fe y
misericordia, utilizan el saber que el hambre y la miseria les ha
obsequiado, para conseguir mediante rezos, lágrimas de cocodrilo o
un par de vueltas a las cuentas de un rosario, cazar a sus
desprevenidas víctimas.
Estas
pavas ladinas son de gran eficacia,
plazas y callejuelas recorren
con audacia,
a Dios alzan rosarios, gimiendo su desgracia;
¡ay!, las
pícaras tratan el mal con perspicacia.
Un
ejemplo por el amor hereje hacía de Dios, una ayuda para esta pobre
anciana…., cualquier sermón similar a éstos era válido para
atraer la compasión de las buenas gentes. Con mentiras y engaños,
disfrazaban sus malas intenciones, cual gitana intentando leer el
futuro a través de las manos.
Toma
vieja que tenga oficio de herbolera,
que va de casa en casa sirviendo de
partera,
con
polvos, con afeites y con su alcoholera
mal de ojo hará a la moza, causará su ceguera.
Cualquier
método o servicio era bienvenido, desde servir de curandera, hasta
los ruines servicios de brujería.
Procura
mensajera de esas negras pacatas
que tratan mucho a frailes, a monjas y beatas,
son grandes andariegas, merecen sus zapatas:
esas trotaconventos hacen muchas contratas.
Las
pobres damas tenían bien merecido su calzado, pues debían
desplazarse a muchos lares, según conviniera a sus necesidades.
Además, adquirían sabiduría popular por la interacción con la
gente.
Donde
están tales viejas todo se ha de alegrar, pocas mujeres pueden a su influjo
escapar;
para que no te mientan las debes halagar,
pues tal encanto usan que saben engañar.
El
autor empieza a mostrar cierta inclignación ante la dama, pues ve en
el noble arte del engaño que ella domina, una “virtud” que muy
pocas damas ostentan.
De
todas estas viejas escoge la mejor,
dile que no te mienta, trátala con amor,
que hasta la mala bestia vende el buen
corredor
y mucha mala ropa cubre el
buen cobertor.
Entre
tantas virtuosas, debes escoger la mejor, exprésale tu amor, y
pídele que utilice sus artes en otros lares. Por último, añade una
reflexión, expresando que un buen vendedor sabe vender el peor de
los productos, y que bajo una horrorosa fachada, puede esconderse un
bello interior (aunque en este caso dudo que se refiera a buenos
sentimientos, sino más bien a posibles “atributos” ocultos a la
vista).
Dicho
todo esto, sólo cabe comparar el fragmento con lo dicho del autor y
su obra antes. El autor ha utilizado una persona ajena a los ideales
estéticos de la época para expresar la falsedad y transparencia del
amor. Ante este desconsuelo, sólo queda el amor a Dios.